domingo, 23 de febrero de 2014

Mi historia de amor con Linux

Hoy voy a hablar de mi experiencia con Linux. Todo empezó hace no mucho, en abril de 2013. Mi ordenador estaba lleno de basura e iba muy lento, así que decidí tomar el camino radical: respaldar los archivos importantes, formatear el disco duro por completo y reinstalar el sistema operativo que usaba entonces y con el cual estaba muy contento: Windows 7. En ese momento yo tenía todos los prejuicios típicos contra Linux: que era muy feo, que no servía para nada porque muchos programas de Windows no estaban disponibles para Linux, que era sólo una cosa de informáticos frikis para los cuales el software libre era una religión y que despreciaban a todo el mundo que usara "el sistema operativo para tontos" (esto es, el 99% de los usuarios) en vez de su sacrosanto Linuuuuuuuuuuuux.

Pero, no sé muy bien por qué, empecé a curiosear sobre Linux y, en concreto, sobre Ubuntu, la distribución más famosa y la que suelen escoger los principiantes. Lo que vi me llamó la atención, esa idea de un sistema operativo libre, hecho para ser compartido por cualquier ser humano sin tener que pagar nada.

miércoles, 12 de febrero de 2014

El aborto como frivolidad

La reforma de la ley del aborto nos ha llevado atrás en el tiempo, y con ella se han resucitado argumentos del pasado. No pocas veces al discutir con otras personas sobre el aborto se usa como argumento que las mujeres toman la decisión de interrumpir su embarazo a la ligera, como la que va al dentista. Los que hacen ese tipo de comentarios no sólo son los realmente irreflexivos, sino que no conocen (o no quieren conocer) la dura realidad económica y social a la que se enfrentan las mujeres en este país cuando quieren decidir sobre su maternidad. Luego están los que tienen su ideología y quieren imponérsela a los demás.

Cuando se habla del aborto hay que tener en cuenta dos cosas, que son de perogrullo y todos deberíamos tener claro: a nadie se le obliga a abortar, y prohibir el aborto no disminuye el número de abortos, sólo aumenta el número de muertes. 1 2 Me parece perfecto que alguien según su moral no quiera abortar, pero es un despropósito que quieran hacerla cumplir al resto de las personas bajo el pretexto de estar "salvando una vida".

Aaron Sorkin: odi et amo


Hace unas semanas leíamos la agridulce noticia de que The Newsroom, la serie emitida por HBO, había sido renovada por una tercera temporada. Agridulce porque en dicha noticia también se informaba de que la tercera sería la última. Parece que el estilo sermón y el «somos muy inteligentes y por eso hablamos muy rápido» marca de la casa Sorkin no ha cuajado entre el público estadounidense. Y ello a pesar de que a diferencia del presidente Bartlet interpretado por Martin Sheen, el Will McAvoy de Jeff Daniels se declaraba republicano, quizás en un intento (poco creíble, todo sea dicho) de pescar en ambas orillas.

La comparación con Jed Bartlet no es gratuita, ya que a mi entender, The Newsroom contaba con todos los vicios (los personajes femeninos insufribles, el sermoneo, el patrioterismo naïf...luego ahondaremos en esto) de la grandiosa The West Wing, pero amplificados, y pocos de los aciertos de ésta.

lunes, 10 de febrero de 2014

A favor de la experimentación animal

Me ha sorprendido y entristecido la noticia de que un grupo contra la experimentación con animales italiano ha puesto carteles con el nombre, la dirección y el número de teléfono de científicos que realizan este tipo de experimentos. La intención intimidatoria creo que queda clara (si tienen tantos datos suyos podrían haber organizado una protesta en la puerta de su casa, cosa que me seguiría pareciendo absurda pero sería más valiente y mucho menos malintencionada), y me parece que es un ejemplo de cómo las personas aparentemente bienintencionadas pueden hacer mucho daño.

Aclaro (y creo que no debería merecer aclaración) que el sufrimiento gratuito de los animales no me aporta ningún placer. Aunque creo que los animales no tienen derecho a la vida de la misma forma que sí lo tiene una persona (y si creyera lo contrario no podría comer carne sin ser una hipócrita), no me parece adecuado infligir dolor si puedo evitarlo. Todos los científicos que experimentan con animales que he conocido están muy apegados a éstos y están rigurosamente entrenados para no hacerles daño en ningún procedimiento ni causarles estrés. Sé que las anécdotas personales no son una prueba muy rigurosa, pero reflejan unánimemente lo contrario de lo que bastantes animalistas (no todos, afortunadamente) parecen pensar: que los científicos no se preocupan por las condiciones de los animales y su sufrimiento.

domingo, 9 de febrero de 2014

Presentación

Después de muchos intentos fallidos y mucho tiempo haciendo planes, inauguramos este blog que hereda el contenido del anterior "Aurea Mediocritas", de corta duración.

La intención de este blog es dar nuestra opinión sobre los temás que más nos apasionan, que principalmente serán política y derechos humanos, arte, informática y ciencia. El único hilo conductor será el de hablar de cosas que nos interesan sin ninguna pretensión de objetividad.

Cuando ya tengamos unas cuantas entradas las organizaremos en categorías, cada una con su propio feed, para que podáis suscribiros sólo a las que os interesen.

Estamos abiertos a cualquier tipo de sugerencias y críticas constructivas o destructivas sobre el contenido del blog o los temas a tratar.

Que lo disfrutéis.
Marta y Pedro

sábado, 8 de febrero de 2014

"Tigres azules" de Jorge Luis Borges

Una famosa página de Blake hace del tigre un fuego que resplandece y un arquetipo eterno del mal; prefiero aquella sentencia de Chesterton, que lo define como símbolo de terrible elegancia. No hay palabras, por lo demás, que puedan ser cifra del tigre, forma que desde hace siglos habita la imaginación de los hombres. Siempre me atrajo el tigre. Sé que me demoraba, de niño, ante cierta jaula del zoológico; nada me importaban las otras. Juzgaba a las enciclopedias y a los libros de historia natural por los grabados de los tigres. Cuando me fueron revelados los Jungle Books, me desagradó que Shere Khan, el tigre, fuera el enemigo del héroe. A lo largo del tiempo, ese curioso amor no me abandonó. Sobrevivió a mi paradójica voluntad de ser cazador y a las comunes vicisitudes humanas. Hasta hace poco -la fecha me parece lejana, pero en realidad no lo es- convivió de un modo tranquilo con mis habituales tareas en la Universidad de Lahore. Soy profesor de lógica occidental y consagro mis domingos a un seminario sobre la obra de Spinoza. Debo agregar que soy escocés; acaso el amor de los tigres fue el que me atrajo de Aberdeen al Punjab. El curso de mi vida ha sido común, en mis sueños siempre vi tigres (ahora los pueblan de otras formas).

Más de una vez he referido estas cosas y ahora me parecen ajenas. Las dejo, sin embargo, ya que las exige mi confesión.