miércoles, 12 de febrero de 2014

El aborto como frivolidad

La reforma de la ley del aborto nos ha llevado atrás en el tiempo, y con ella se han resucitado argumentos del pasado. No pocas veces al discutir con otras personas sobre el aborto se usa como argumento que las mujeres toman la decisión de interrumpir su embarazo a la ligera, como la que va al dentista. Los que hacen ese tipo de comentarios no sólo son los realmente irreflexivos, sino que no conocen (o no quieren conocer) la dura realidad económica y social a la que se enfrentan las mujeres en este país cuando quieren decidir sobre su maternidad. Luego están los que tienen su ideología y quieren imponérsela a los demás.

Cuando se habla del aborto hay que tener en cuenta dos cosas, que son de perogrullo y todos deberíamos tener claro: a nadie se le obliga a abortar, y prohibir el aborto no disminuye el número de abortos, sólo aumenta el número de muertes. 1 2 Me parece perfecto que alguien según su moral no quiera abortar, pero es un despropósito que quieran hacerla cumplir al resto de las personas bajo el pretexto de estar "salvando una vida".
Las mujeres no van a abortar como quien va a la peluquería, todas (por lo menos la inmensa mayoría, a las que se le presupone una mínima educación en ética) han ponderado largo y tendido el hecho de abortar desde mucho antes de quedarse embarazadas, porque todas las mujeres corren ese riesgo y lo tienen muy presente. Cuando se aborta es porque existe un dilema: abortar y cargar durante toda la vida con que se ha destruido una vida (que se considere persona con iguales o más derechos que la madre es una cuestión personal), o tener ese hijo (si no se muere por el camino, porque incluso si no hay riesgo seguro y mortal para la madre es más probable morir pariendo que abortando) y cuidarlo con todo lo que supone. Y eso puede suponer muchas cosas: un grave trauma si se ha sido violada, una vida de pobreza si ya se tenían pocos recursos, cuidar hasta la muerte a un hijo que a lo mejor nazca con enfermedades muy graves, y muchos casos más que no se deben tomar a la ligera.

Algunas personas me han dicho que por qué tanto escándalo con la restricción del aborto si se puede dar a un niño en adopción. Aparte de que no sé por qué se me debe obligar a pasar un embarazo y a parir con todos los problemas y riesgos que ambas cosas suponen, me parece que esas personas no están muy al tanto de lo que ocurre con un niño que va a parar a un orfanato. Yo, como mujer blanca con estudios superiores y de clase media, no tendría problemas para colocar en adopción a un niño (incluso a una pareja homosexual de esa que tanto odian nuestros actuales gobernantes). Pero imaginemos que esto pasara con las decenas de miles de mujeres que cada año abortan en España. Muchísimos niños acabarían en orfanatos, donde más mal que bien serán criados con severas carencias afectivas (a pesar de los sin duda encomiables esfuerzos de los cuidadores) que se traducen en retraso mental y problemas de aprendizaje y de comportamiento. Esto lo he visto de primera mano, además de que lo indican estudios psicológicos de niños en orfanatos de diversos países.3 4

No es posible tener un debate serio si no queremos afrontar las consecuencias de nuestras acciones: van a abortar quienes tengan los medios económicos para hacerlo, y quien no lo intentará hacer como buenamente pueda (a riesgo de caer aún más en la pobreza si no lo consigue). Esa es la realidad. Es lo que dicen los números en todos los países donde se restringe el aborto. Así que a menos que estén dispuestos nuestros políticos a ser coherentes y aportar una cantidad brutal de dinero (que es lo que cuesta mantener a decenas de miles de niños más al año en este país) en ayudas sociales y conciliación laboral, prohibir el aborto será un castigo a las mujeres y a los niños.

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